“Robos se ven, pero no de la magnitud que fue ayer: fue una masacre, literal. Es salir de la puerta del negocio y ver gente caída, gente ensangrentada; no saber qué te pasa”. Así graficó una comerciante el tremendo suceso.
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Se trata de una mujer, testigo de lo ocurrido, quien no solo vivió la escena de terror por completo, sino que hasta evitó que el saldo de heridos sea aún mayor.
“Estaba en el horario de la tarde, alrededor de las 5.15. Cuando escucho las primeras detonaciones empiezan los gritos de las mamás que salían con los chicos de la escuela. Dos se acercan a la reja del local y empiezan a gritar que les abra“, recordó.
“Le pregunto si las querían asaltar y me dicen «no, están estirando tiros». Busco la llave para abrirles la puerta y alcanzo a ver al chico caído con sangre en su ropa y una moto tirada. Cuando les abro veo dos personas en una moto grande (no vi la moto, ni sus caras) y lo rematan. El chico quiso entrar cuando yo abro la puerta. Se quiso incorporar como para entrar al local y es cuando lo rematan“, detalló en declaraciones al programa “De 10” que se emite por “LT 10”.
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Zona donde se inició la balacera: Blas Parera y Florencio Fernández, norte de la ciudad
“Ahí es donde se producen los impactos en la vidriera, en la pared. No sé qué armas usaron porque no entiendo de armas; sí se que fue ensordecedor y uno tras otro los tiros. Fue impresionante la cantidad de tiros que hubo. Tal es así que hirieron a una mamá en el ojo; también hieren a un chico, en edad escolar, en el brazo“.
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Con relación al muchacho baleado en la puerta de su local (el apuntado por los asesinos) dijo: “Tenía una pierna quebrada de un balazo y el cuerpo lleno de agujeros. Pedía ayuda y que lo subieran a un auto; que no esperaran a la policía”.
“Fue todo una locura”, definió la comerciante. Aun desconcertada por los estallidos, la mujer no alcanza a comprender la magnitud de la balacera: “Fueron infinidades de balazos. En la misma cuadra, a varios metros también recibieron balazos. En el local de al lado fue donde cae la chica con el balazo en el ojo”.
“Nosotros nos refugiamos dentro, pero era ensordecedor el ruido de los tiros. Es el horario pico, hay cantidad de chicos que van por la vereda, caminando (que salen de la escuela). Yo vendo unos barbijos animé y siempre los chicos se quedan en la vidriera mirando los barbijos. Si yo no entraba a esas dos mamás con esos cuatro chicos iban a resultar heridos, incluso yo. No lo pensé en ese momento”, subrayó.
Contó que “paró una camioneta y lo primero que atinaron fue a llevar a la mamá que estaba grave; después vino la policía y cargaron al chico (con múltiples heridas) a la camioneta y lo llevaron al hospital”.
En este contexto de violencia extrema, la mujer exigió que el gobierno “tome cartas en el asunto porque no se puede vivir más. En el norte de la ciudad es moneda corriente los robos. En las paradas de colectivos a las chicas les roban el celular, las corren, les sacan la bicicleta. Es una zona liberada. Es imposible vivir así. Por favor, a quien le corresponda, que hagan algo. Que pongan la policía caminando, como estaba antes”.
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Impactos de bala. Una de las marcas en uno de los domicilios de la zona