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Construye una relación sólida con tu arrendador
Los arrendatarios llegan sin pedirlo a la vida de las personas. Con algunos de ellos se podrá tener más intereses en común que con otros y, aunque no se trata de hacerse los mejores amigos, una sana relación es importante.
Inclusive, hay quienes prefieren seguir buscando cuando no se genera una buena química de entrada con el propietario. Pero, si la propiedad realmente vale la pena, con dejar las reglas de juego claras desde el principio y mantener un trato cordial, no hay porqué huir sin intentarlo.
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Ser puntual con el pago del alquiler
Esto es fundamental, en especial si se desea vivir tranquilo el tiempo que dure el contrato. Vale destacar que al acceder a un alquiler, se contrae una responsabilidad financiera y que posiblemente el dueño de la propiedad utilice esos recursos para sus gastos.
Se puede coordinar una fecha de pago en función al cobro para así evitar retrasos y, si surge algún imprevisto, siempre es bueno hablarlo antes de quedar como un irresponsable. Los arrendatarios seguro son capaces de entender cualquier situación y brindar soluciones a fin de llegar a un acuerdo.
Respetar las condiciones del contrato
En el contrato de alquiler se define, entre otras cosas, la duración de dicho acuerdo, quién paga los servicios y cuáles, cuándo se realizan los aumentos y el uso de la vivienda.
Puntos que están establecidos por alguna razón y que por lo general son el único recurso que tiene el propietario para resguardar su inmueble. Es por esto que es importante respetarlo y, en caso de tener alguna duda o inconveniente con algún punto, hablarlo antes de firmar el contrato.
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Cuidar bien el inmueble
Aunque el destino de la vivienda sea para alquiler, no quiere decir que los dueños no tengan algún apego emocional con la propiedad y más si llegaron a habitarla en algún momento de sus vidas.
Pero más allá de lo emocional, no dejan de ser propietarios y si hay algo que valoran es que sus inquilinos les den un uso adecuado al inmueble. No hay que hacer mucho, es suficiente con mantener el orden, cuidar los muebles y que las paredes queden en buen estado. Esto también incluye hacerse cargo de los daños ocasionados de manera accidental en el inmueble.
Sé un buen vecino
La mayoría de las veces el arrendatario no vive en el mismo edificio o zona residencial, esto no quiere decir que no tenga conocidos a quienes preguntarles sobre el buen comportamiento de sus inquilinos.
De hecho, es común que pregunten a los vecinos y encargados para tener una mejor idea de cómo es el día a día. Más que nada, para estar seguros de que sus acciones no les ocasionarán problemas más adelante.
Entonces, respetar las normas del edificio, barrio privado o comunidad donde se encuentre la vivienda, evitar hacer ruidos molestos y tener un trato cordial con los vecinos son acciones simples pero que en definitiva marcarán la diferencia.